La torre de la Fuerte de Patagones, construida en 1780 bajo la dirección del ingeniero José Pérez Brito, sirvió como atalaya y campanario de la capilla dentro de las murallas. Su forma es rectangular por fuera y cilíndrica por dentro, con una escalera de caracol integrada en la estructura. Desde su construcción, simbolizó el papel de Patagones en la consolidación de la soberanía hispana y criolla en la región. Fue testigo de eventos históricos como las operaciones contra los brasileños en 1827 y la revolución radical de 1893. A lo largo del tiempo, la torre estuvo en medio de disputas entre grupos católicos y masones por su custodia y función. A pesar de su importancia histórica, la torre enfrentó el deterioro, siendo amenazada durante la construcción de una escuela en 1900. Sin embargo, gracias a la intervención de los vecinos, especialmente liderados por María Lucia Crespo, se aseguró su estructura. En 1942, el fuerte fue declarado Monumento Histórico Nacional, consolidando su importancia como testimonio de la identidad histórica de la región.